¡Buenos días! Y más todavía, porque desde Friday I’m in love hoy os muestro una boda costera, que creo que todavía no os había enseñado ninguna. Aunque yo soy más de montaña (la cabra tira pal’ monte) la playa es un escenario idílico para darse el yes I do. Los amores de verano, los besos con sabor a sal, las puestas de sol, las cervezas bajo las estrellas…
¿A quién no le evoca connotaciones positivas el mar? Salvo pequeños detalles logísticos, como pedir permisos, la dichosa meteorología o lidiar con los curiosos bañistas que se suman a tu boda cuál espontáneos, me parece una opción muy romántica.
En este caso concreto me ha llamado la atención de la celebración, además de la preciosa ubicación, la sencillez de la misma. La auténtica belleza prescinde de todo artificio y creo que ha sido un acierto. Las craspedias presiden la boda junto con los vivos colores de las flores asilvestradas del bouquet de la novia y que también decoran la mesa. Una pequeña planta, a modo de obsequio, indica el lugar donde sentarte y una barra de dulces hechos a mano y una fantástica barra de Bourbon entretiene (y mantiene calientes/contentos) a los invitados hasta al sentir el calor de la hoguera al anochecer.
Sin ninguna duda el encanto de esta boda reside en dar el máximo protagonismo al emplazamiento, sin artificios y sin pretensiones…la clave está en el Keep it simple!
El precioso vestido de la novia es de Sarah Seven, diseñadora que destaca por resaltar la feminidad en sus prendas.
Atención casamenteras: un detalle que me ha parecido precioso, es dejarle a tu futuro marido una nota o una carta para que la lea antes de la ceremonia, ¡si es que esta chica está en todo!
Seen at: Green Wedding Shoes Pictured by:Brandon Kidd Photography
¿Qué os parece? ¿Soñáis con una boda en la playa?
¡Feliz fin de semana!